Como pequeñas hormigas seguimos en nuestra humilde labor de dar a conocer la arquitectura tradicional de la península Ibérica y del resto del mundo.
En nuestra obsesión por el mundo del techo vegetal hemos viajado unos días a un mágico paraje extremeño, donde de tener raíces estarían las nuestras.
Monfragüe, buitres negros, alimoche, ciervos, encinas y mucha oveja....pero también tradición de pastores y sus cobijos a base de piedra y escoba.
No existen dehesas, sierras, bosque o llanuras que no luzcan su figura. Su presencia es siempre inseparable del paisaje cultural del que forman parte. Vinculados al mundo agrícola y pastoril de Extremadura, el chozo es sin duda una de las construcciones mas auténtica de esta tierra.
Este tipo de construcciones genera en mi, emociones profundas, casi más que cualquier otra....a lo mejor después de las cuevas, fueron los primeros refugios para los humanos que fueron haciéndose sedentarios....y la palabra HOGAR empezó a tomar un nuevo significado.
En ellos el humano buscaba el confort del refugio al calor de la lumbre durante gélidas noches de invierno y el reconfortante fresco de la sombre durante los durísimos veranos, secos y calurosos de Extremadura.
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