Desde épocas ancestrales, los pastores han buscado la manera de pasar largas temporadas con sus rebaños en las zonas de pasto, construyéndose refugios utilizando únicamente los materiales que abundaban en la zona. Desde las zonas Valencianas, a los pastores extremeños, los habitantes astures o los pobladores de los ancares….en la cordillera cantábrica hasta la mejora reciente de los accesos a los puertos y majadas, era frecuente que los pastores, pernoctaran con sus rebaños en el monte, para lo cual se construían chozos, a modo de refugios para las personas y corrales para los animales. Tanto unos como otros estaban hechos a base de materiales abundantes en el entorno, de forma que los corrales solían ser recintos circulares de piedra o de estacas y ramas, en los que se recogía el ganado y se curaba o atendía a las reses. En cuanto a los chozos, en la montaña oriental leonesa eran habituales dos modelos: el chozo de horma y el chozo de pie.
El primero consistía en una base circular de piedras colocadas sin mortero, sobre la que se levantaba un armazón cónico de “llatas”, o palos de haya o roble que se recubría con una gruesa capa de escobas. El chozo de pie, en cambio era una simple tienda cónica de ramas, igualmente cubierta de materia vegetal. Ambos disponían en el exterior de un “arrudo”, una larga rama que servía para encaramarse a la techumbre, colgar utensilios o atar el ganado pequeño que iba a ser desollado. Su interior era espacioso y ofrecía sitio suficiente para varios camastros de madera y para guardar piensos, ropas, alimentos y pertenencias del pastor.
