Hacia el 500 antes de nuestra era, la metalurgia europea se había desarrollado hasta tal punto que los herreros seguramente trabajando en construcciones similares a la de la reproducción de la fotografía, podrían llegar a fabricar 70 tipos diferentes de objetos de hierro. Las piezas van desde utensilios para la agricultura hasta armas y joyas. En los territorios cántabros hasta ahora no han sido encontrados restos de construcciones similares aunque con toda probabilidad debieron de existir, teniendo en cuenta la cantidad de armas y objetos encontrados en los yacimientos cántabros.
La rica cultura del hierro que floreció durante los 400 años siguientes se llama la Téne, nombre procedente de un lugar de Suiza en el que en 1920 se encontraron objetos típicos de este periodo. Desde entonces, en varias partes de Europa central han ido apareciendo otros sitios donde también se trabajaba el hierro de forma similar.
Uno de estos lugares es en la baja Austria, donde partiendo de los restos originales de un yacimiento se ha hecho la reconstrucción de lo que podía haber sido una fragua. Los objetos descubiertos indican que el hombre de la Edad de Hierro había forjado sus útiles y joyas con un proceso que en esencia permaneció sin cambios hasta la edad media. En el interior de la cabaña el artesano fundía el hierro en un agujero excavado en el suelo donde colocaba capas de carbón de leña y de mineral de hierro desmenuzado. Alimentaba el fuego con corrientes de aire mediante unos fuelles hechos con pieles y un tubo de arcilla ingeniosamente construidos.
Una muestra más de lo "barbaros" que eran estos pueblos...
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